El Santuario Mariano de la Torre, dedicado a la Virgen de La Asunta, es un testimonio fiel de la resiliencia y la fe de un pueblo. Este importante sitio turístico de Roboré, se encuentra en la población chiquitana de Chochís, a 410 kilómetros al sur de Santa Cruz de la Sierra. Fue construido en 1988, como muestra de agradecimiento a la Virgen, por haber salvado a la gente, de un desastre natural de gran magnitud, que se cobró la vida de 16 personas en enero de 1979, según relata Gumercindo Chávez, guía local.
En el interior se honra a dos vírgenes: Asunta, tallada en madera por artesanos del lugar, y a la Virgen de Urkupiña, una ofrenda de Héctor Maldonado, uno de los sobrevivientes de un aluvión que azotó a Chochís el 15 de enero de 1979. Cuentan que él encomendó su vida y la de su familia a la patrona de Cochabamba cuando se encontraba en el tren de pasajeros que pasaba por la zona durante el desastre.
A diferencia de las demás iglesias chiquitanas, este pequeño templo no posee un carácter misional, sino que exhibe características únicas que combinan el arte chiquitano de la época postcolonial con la fe católica, plasmado en exquisitos tallados hechos a mano. Estas obras fueron realizadas por artistas locales capacitados en San Miguel de Velasco.
El templo se encuentra situado en las faldas de una imponente montaña rojiza conocida como la Torre de David o de Chochís, la cual mide unos 200 metros de altura y 800 de diámetro.
El santuario fue inaugurado en 1992, después de cuatro años de trabajo en el que intervinieron al menos 40 personas, entre ellas seis artistas talladores de madera. La iglesia, por medio de los religiosos franciscanos ha invertido casi un millón y medio de dólares, según relata el guía.
El diseño fue realizado íntegramente por el arquitecto Hans Roth, reconocido restaurador de iglesias misionales. Entre las obras hay un conjunto de piezas exhibidas en secuencia a modo de cuadros que rememoran la fatídica noche del desastre que marcó a la comunidad.
La muestra inicia con una pieza que tiene tallados de cántaros volcados sobre la serranía de Chochís. Al respecto, el guía, quien vivió en carne propia el desastre, cuenta con la voz entrecortada que ese día “llovió durante 20 horas seguidas”, lo que ocasionó una riada, el desprendimiento de piedras y posterior deslave de los cerros que rodeaban el pueblo.
Otro de los tallados plasma imágenes del desborde que arrastró la plataforma del ferrocarril en el preciso momento en que un tren de pasajeros pasaba por el lugar y en el que, milagrosamente, ninguno de los pasajeros perdió la vida; aunque uno de los vagones quedó colgando. Sin embargo, 16 personas del pueblo murieron durante el desastre debido a la mazamorra que se deslizó hasta el pueblo arrasando con las casas.
Los habitantes locales atribuyeron el hecho de que pasara el temporal y que los pasajeros del tren sobrevivieran a la intervención de la Virgen de La Asunta, por lo que es objeto de especial devoción en Chochís. Años después, en 1988, se decidió conmemorar este milagro construyendo el templo que también recuerda los trágicos sucesos del accidente ferroviario.
La creación y el pecado original
Durante el recorrido por el interior y por las galerías externas se puede observar tallados inspirados en pasajes de la biblia, como los relacionados con la creación, el edén y el pecado original, entre otros. Los rostros de personajes como la Virgen, Eva, santos, arcángeles y apóstoles tienen facciones de indígenas chiquitanos. “Este arte es único en el mundo. No hay tallados similares en ningún otro lugar porque han sido inspirados en la gente, flora y fauna de la Chiquitania, y en las etnias que habitaron este territorio”, explica Gumercindo.
En el centro de la capilla se erige una columna tallada en madera que representa el Árbol de la Vida. En la parte baja se puede observar la representación de la mano de Dios que va dando vida a animales, plantas y toda la vida terrestre. En tanto que en la parte superior se puede observar al Espíritu Santo y otros personajes como los arcángeles tocando instrumentos autóctonos, los 12 apóstoles, algunos animales de la Chiquitania y, a modo de homenaje, el rostro de Hans Roth.
Por si esto fuera poco, todas las puertas tienen plasmadas figuras talladas en madera. Al ingreso, personajes de culturas antiguas que se cree habitaron esas tierras: chané y ayoreos; en otras, Los Abuelos, personajes que se cuenta surgieron a modo de burla en la época misional. Pero definitivamente el imponente pórtico rotatorio de cuatro metros cuadrados, que da paso al patio trasero del santuario, es una de las obras que deslumbra a propios y extraños. En una cara se puede observar el Edén con una Eva de rasgos chiquitanos que se rinde ante el fruto prohibido, que en esta representación es una chirimoya silvestre y no una manzana. En la otra cara se puede observar detalles alusivos al pecado original.
Definitivamente, apesar de no tener una vinculación directa con las misiones jesuíticas, el templo es también una visita obligada para los amantes de la arquitectura y la historia religiosa.
Patrimonio Cultural y Natural de Bolivia
Chochís fue declarado en 2008 Patrimonio Cultural y Natural Municipal gracias a las gestiones de la organización no gubernamental Productividad, Biosfera y Medio Ambiente (Probioma). Posteriormente, en 2009, se gestionó la declaratoria departamental y en 2012, la nacional. Durante este proceso, se llevaron a cabo relevamientos y estudios científicos a cargo de investigadores de la Universidad Nacional del Cuyo, de Argentina.
Según un reporte publicado por Probioma en 2008, el equipo de expertos registró 200 fichas detallando las características de los tallados que resguarda el Santuario, además de reconocer el valor del entorno natural de Chochís, que se caracteriza por su riqueza en fuentes de agua. El objetivo era lograr que este destino sea declarado Patrimonio de la Humanidad.
Actualmente en el santuario se realizan oficios religiosos como en cualquier otra iglesia pero, además, es una parada obligatoria para los visitantes.
Para llegar a este punto desde la plaza de Chochís se debe caminar 1.500 metros por un camino de piedra o hacerlo en vehículo o mototaxis.
El costo de ingreso para visitantes de esa localidad es de Bs 5; para nacionales, Bs 10, y para turistas extranjeros Bs 20 (3 dólares).
Para garantizar una experiencia enriquecedora y conocer a cabalidad la historia del lugar, se recomienda contratar a unos de los guías locales, que ofrecen el servicio por Bs 150 para un grupo de máximo ocho personas (dato actualizado al 22 de junio de 2023). Te sugerimos contactarte con este número (591) 73691053.
Via: La Región