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San Pedro, la festividad que une la fe y cultura de los yacuibeños

Este jueves 29 de junio los habitantes del municipio de Yacuiba se congregan en la iglesia San Pedro para conmemorar al San Patrono de esa región. San Pedro Apóstol no solo une la devoción de los yacuibeños, sino también su cultura y tradiciones.

La primera precaria parroquia, construida en la esquina de la plaza “6 de Agosto”, hoy del estudiante, fue levantada por el padre Rafael Paoli. Esta construcción de adobes y techo de paja fue destruida por el terremoto acaecido el año 1898.

La iglesia San Pedro fue inaugurada el 12 de abril de 1942, el encargado fue el padre Raymundo Monfelli con residencia en Tartagal; pero el primer párroco permanente fue el cura Brucia Ferri, sacerdote de la orden Franciscana. Tres años después se colocó la piedra fundamental, el 29 de junio de 1945, ocasión en la que estuvo presente el monseñor Ramón María Font, primer obispo de Tarija. Dos años después, el obispo Juan Nicolai hizo la consagración del altar mayor el 28 de junio de 1947. El cura permanente de la iglesia era el padre Celso Testa de la orden franciscana. Tradicionalmente se contaba que las campanas de la iglesia habían sido donadas por Juan Ridder y traídas desde Alemania.

San Pedro fue instituido como Patrono de Yacuiba, los festejos datan desde sus inicios, para el efecto se preparaban las vísperas la noche del 28 de junio. Los pobladores con anticipación se aprovisionaban de leños, chacras y ramas, los acondicionaban en la calle a manera de paraguas, los troncos unidos en la parte superior formaban luminarias frente a sus puertas, mientras los vecinos se reunían para conversar y beber ponches de vino.

Contrariamente ocurría en el frontis de la Iglesia San Pedro, allí se instalaban dos o tres luminarias con tablones de madera. Antes aún, eran en mayor número las luminarias, es decir, cuando el sector lateral derecho de la iglesia mantenía descampado sus predios interiores hasta la “Cancha del cura”, en esa época las luminarias iban desde la calle Santa Cruz hacia adentro. Casi siempre se acostumbró iniciar las fogatas a partir de las 18:30 y se prolongaba hasta la medianoche; en la velada se servían ponches de canela y de vino, asimismo, pasteles y buñuelos.

Los ponches son de vino hervido con agua o te de canela con alcohol, se sirve caliente, luego apareció la leche de tigre, leche natural con alcohol, entre más caliente las porciones, más sabrosa era la bebida en esas noches de frío. La misa se celebraba a las 19:30 y la otra a medianoche. En los alrededores de la iglesia y una pequeña parte de esa cuadra se adornaba con lámparas de papel crepé de colores, alumbradas con velas. Ese era el alumbrado del sector, puesto que la luz eléctrica tardó en llegar a Yacuiba y, en las décadas de 1950 y 1960, la energía eléctrica era restringida. Los pobladores por norma y costumbre debían portar linternas para andar por esas calles llenas de baches, troncos y piedras, calles de tierra y amplios arenales; sin embargo, los pies conocían cada paso a dar, como si tuviesen radar. Las vísperas de aquella época eran moderadas y no se conoció escándalos por borracheras o amanecidas.

Al siguiente día, el 29 de junio en la mañana, al promediar las 06:00 horas se iniciaba la primera misa, luego se tenía la misa de 10:00 horas, seguida de la procesión con el santo Patrono San Pedro, que tenía como ruta la calle Santa Cruz, daba vuelta por la calle Sucre para retornar por la calle Comercio hasta la calle Juan XXIII, de tal manera luego de un ritual, el Santo Patrono San Pedro ingresaba a la Iglesia. Posteriormente se extendió hasta la calle Cochabamba.

La procesión

La romería o procesión consistía en sus inicios en una caballada, sus jinetes a lo criollo acompañaban al santo por detrás de los fieles, pero no prosperó la costumbre debido a que eran menospreciados; el silencio y las miradas de indiferencia los anularon, por aquella época lo propio sufría la danza y la música chaqueña. Posteriormente, surgieron los autos cubiertos con pullos andinos, sobre los cuales se sujetaban alhajas de plata, consistentes en azucareras, cucharas, cucharones, vasijas, jarras y otros abalorios. Cada vehículo correspondía a un dueño y a cada cual más adornado, a medida que fueron pasando los años, se fue incrementando el número de automóviles con tales características que acompañaban al Santo.

Este crecimiento se debió al arribo de nuevos comerciantes minoristas y mayoristas a Yacuiba entre 1955 y 1960, quienes se instalaban en los alrededores del otrora Mercado Central. El descanso del Santo Patrono, antes de partir en romería, se instalaba en la vereda de la Sección Industrial del Colegio “Pdte. Germán Busch”, luego convertidas en oficinas de tránsito; oficinas de la HAM y biblioteca Municipal. A su retorno, tenía otro descanso en las afueras del templo, desde allí despedía a los fieles.

Con la construcción del paseo peatonal en la Plaza Principal, la Calle Cochabamba quedó en desuso para la romería de San Pedro. A partir del 2005 muchas cosas cambiaron o se añadieron, como la realización de concursos de ballets y de música previos a la festividad; asimismo, las “mateadas”. Se colocan mesas y sillas en el frontis de la Iglesia, la Agrupación de Damas Chaqueñas provee de agua caliente y fría, pasteles, sopaipillas, queso y otros manjares chaqueños, mientras se degusta de los mates y de las tertulias.

En la época de la pandemia, en los años 2019 y 2020, se realizaron concursos y misas de manera virtual, pero la festividad del Santo Patrono San Pedro nunca estuvo ausente de la fe y sentimiento del pueblo de Yacuiba.

Vía: EL PAÍS

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