martes, abril 1
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Marquín y Angélica los prestes del Gran Poder viven agradecidos al Tata

Los folkloristas llevan más de 10 años bailando en la Fiesta Mayor de Los Andes. Tienen tres hijos, una familia estable y cuentan que la prosperidad en su hogar es gracias al trabajo… y a la ayuda del patrono.

En noviembre de 2011 la desgracia tocó la vida de Marquin y Angélica. Un incendio en la exfábrica SAID dejó en cenizas la mercadería que allí tenían almacenada, el resultado de años y años de esfuerzo fue consumido por las llamas. “Yo le he pedido al Señor del Gran Poder que no nos abandone y que nos dé trabajo para recuperarnos”, explica Marquin. Acota, lleno de fe: “Él nos ha escuchado y pudimos salir adelante”.

Marquin y Angélica son los prestes mayores del Gran Poder 2023 y pertenecen a la Fraternidad Nueva Generación Viajeros La Paz Charaña en Gran Poder. Cuentan a Página Siete sobre su fe con el Tata y el amor que los une en sus 37 años de matrimonio.

La infancia

Estos días Marquin Silva Cabrera y Angélica Álvarez de Silva se encuentran con agenda llena. Deben reunirse con los organizadores de las fraternidades, ultimar detalles con la iglesia de Gran Poder y asistir a varias reuniones sociales. Además, el viernes fue el cumpleaños de Angélica y hoy tienen una fiesta en la cual actuará la cantante mexicana Ana Bárbara. En medio de tanto ajetreo ellos se dan tiempo para trabajar en su tienda de la calle Calatayud y también atendieron el requerimiento periodístico de este medio.

Al hablar de su pasado, el preste indica: “Nací en un centro minero llamado Viloco (localidad ubicada en la provincia Loayza del departamento de La Paz), tengo 56 años y soy padre de tres hijos. Hace 37 años que estoy casado con mi esposa Angélica”.

A la hora de presentarse, la preste refiere: “Tengo 54 años y tengo una familia bonita, es una familia muy estable y bendecida por el Señor del Gran Poder. Gracias al Señor del Gran Poder tenemos nuestros hijos que han estudiado, tenemos un negocio en el que nos va muy bien”. Ella también tiene su cuna cerca de Viloco, en otra mina privada.

Marquin explica que desde joven priorizó el trabajo en su vida. “Mis primeros años estudié en el centro minero Viloco. Eso fue hasta segundo intermedio, como era en el sistema de antes. Luego, por cosas que pasan en la mina, mis papás decidieron venirse a La Paz. Aquí también estudié hasta segundo medio. Por factores económicos ya no pude más estudiar”, explica el hombre que este 2023 se hará cargo de la fiesta principal en honor al Tata.

Aquellos años, según comenta Marquin, la madurez en los varones se conseguía al ir al cuartel, fue así que él pasó la instrucción militar en 1983. “Volví y desde esa fecha mi padre tenía camiones y me dijo ‘has vuelto y ya eres hombre, ahora me tienes que ayudar’. Fue así que desde muy jovencito empecé a manejar camión. Viajaba a Chile y a Perú”. Por un momento en su rostro se refleja una expresión que es una mezcla de nostalgia y orgullo: “Eso es lo que mi papá siempre nos inculcó, el trabajo”.

Amor lejos de Viloco

Fue el papá de Marquin quien organizó una gran fiesta y acudieron sus amistades más queridas, en especial aquellas que nacieron en Viloco o cerca de aquel poblado conocido en el país, porque en septiembre de 1969 allí se estrelló el avión en el cual viajaba la delegación de The Strongest que volvía a la ciudad de La Paz tras haber disputado un cuadrangular internacional en Santa Cruz de la Sierra.

Marquin recuerda aquella fiesta inolvidable que organizó su papá en la época de Carnaval casi cuatro décadas atrás. “Ella vino a la fiesta, ahí la vi y todo fue como un flechazo, fue como un amor a primera vista. Muy jovencitos nos conocimos, yo tenía esas veces unos 19 o 20 años. Ella también era muy jovencita y desde ahí nos enamoramos y estamos juntos hasta ahora”, cuenta el preste mayor mientras mira de reojo a su esposa, a su lado.

Ella rememora sus primeros encuentros. “Después de la fiesta, él me invitó a salir. Salimos muchas veces de paseo, él siempre ha sido muy respetuoso y cariñoso. Es una persona con buenos valores”.

Ambos coinciden en que tenían en común el amor por el trabajo. “Después de que nos conocimos decidimos vivir juntos, luego nos casamos y trabajamos juntos. Yo siempre me dediqué al negocio, me gustaba el negocio más que otras cosas”, refiere la mujer que comenzó a trabajar vendiendo en la Uyustus. Mientras ella se encargaba del negocio en la ciudad de La Paz, él traía mercadería de Chile, Brasil y Argentina.

La fe

En 2008 fue la primera vez que la pareja bailó en el pueblo de Charaña (localidad ubicada en la frontera entre Chile y Bolivia). Desde los primeros acordes se enamoraron de la morenada. En 2010 ambos ingresaron a la Fraternidad Nueva Generación Viajeros La Paz Charaña y ese mismo año fueron pasantes en Carnaval. La fe por el Tata germinó entonces.

En 2014, en la ciudad de La Paz, también fueron pasantes con su fraternidad y un año después repitieron el acontecimiento social, esta vez en Charaña.

Tiempo atrás, en noviembre de 2011, los dos fueron puestos a prueba. “Ese año hemos sufrido una gran pérdida, se quemó un depósito entero en el Cecolap, en la exfábrica SAID. Fue una gran pérdida y ya por esos años nosotros bailábamos en la fraternidad a la que pertenecíamos. Cuando comenzamos a bailar nació nuestra devoción, pero ese año tuvimos la pérdida de nuestra mercadería”, explica Marquin.

“Yo le he pedido al Señor del Gran Poder que no nos abandone y que nos dé trabajo para recuperarnos. Nos hemos aferrado a él”, añade el preste.

Para ellos no hay duda, el Señor del Gran Poder no les soltó la mano y gracias a él lograron volver a levantar su negocio.

Desde entonces hasta ahora no se sienten abandonados por el patrono. Angélica cuenta: “Muchas veces cuando tenemos algún problema, algún percance en la vida, de rodillas pedimos al Señor del Gran Poder que nos solucione los problemas. Por ejemplo, en Aduana, porque nosotros trabajamos con mercadería. También pedimos al Tata que nos bendiga con clientes”.

Ellos están orgullosos de sus tres logros, sus descendientes. Tienen tres hijos: el mayor de 37 años, la siguiente de 33 años y la menor tiene 27 años. Todos ya tienen sus propios rumbos, aunque no se alejan del patrono.

Este 2023 se cumplen 100 años de la fe hacia el Tata del Gran Poder y los prestes preparan una celebración especial para la fiesta del sábado 3 de junio. Las fraternidades ya comenzaron con sus recepciones, incluso cada semana traen a artistas de renombre.

Los prestes cuentan que también tienen una agenda solidaria. “Nuestra primera actividad fue con la olla del pobre, en la iglesia (de Gran Poder), luego este 22 de diciembre dimos una chocolatada con panetón y regalamos juguetes a los niños que siempre están en la iglesia”. En la antesala de Navidad los prestes compartieron la picana con personas en situación de calle.

“Será un Gran Poder inolvidable”, explica Marquin. Para él y su esposa es un honor estar a cargo de la Fiesta Mayor de los Andes… algo que siempre han soñado.

Página Siete

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