martes, noviembre 26
Shadow

Legados y rituales en familia alimentan los lazos y las fiestas de fin de año

Para algunos son figuras de yeso, para otros, historia y símbolos de amor. Son tesoros.
Con la Nochebuena, Navidad, Año Nuevo y Día de Reyes, se alborota la sensibilidad familiar y se desempolvan objetos que llevan una gran carga emocional. Por lo general, la figura recurrente es la de Dios hecho niño.

Más allá de la decoración y de la estética, en muchas familias perdura la costumbre de poner en el pesebre a Jesús recién nacido. En esos hogares, ese niño tiene historia, digna de ser compartida.

Viviana Vargas espera por el 24 en la noche para poner en el pesebre al niño que le regaló su suegra hace 26 años.

«Yo tenía mi propio niño, que heredé de mi mamá. Cuando me casé, la figura se rompió y, al verme triste porque era un recuerdo de mi mamá fallecida, mi suegra me obsequió el de ella y me pidió que lo cuidara bien”, comparte Viviana.

En todo este tiempo el niño ha perdido dos dedos, que fueron restaurados. “Lo cuido como una reliquia porque es un regalo muy especial”, admite.

La suegra de Viviana está feliz con los cuidados y le agradece, pero también le recomienda que siga con ese mismo cariño cuando ella ya no esté con vida. “Quiere que yo lo herede a uno de mis hijos”, cuenta.

Cada 24 de diciembre, desde hace 26 años, Viviana, su esposo y sus hijos ponen a Jesús en el pesebre y oran alrededor de él, pidiendo salud y bienestar. En ese lugar se queda hasta el 6 de enero.

El mismo Día de Reyes lo llevan a misa para que lo bendigan, y después lo guardan hasta la próxima fiesta.

Antes de caer en manos de Viviana, el niño estuvo por dos décadas en casa de un tío abuelo, es decir que la figura de yeso tiene cerca de medio centenar de vida.

Via: El Deber

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