El corso fue atípico, sí, pero ya hubo corsos atípicos en otros años, uno hasta se suspendió por la lluvia y varios otros no se efectuaron por guerras y conflictos sociales.
El corso de anoche venía con el conflicto instalado desde el principio del año y con la incertidumbre de si se iba a efectuar o no. Finalmente, luego de idas y venidas, de golpes y enfrentamientos entre los que estaban a favor y en contra, la principal actividad del Carnaval cruceño se llevó a cabo.
Dadas las circunstancias, el corso fue heroico, porque se hizo contra viento y marea. Cuando menos fue inverosímil, en medio de todo el marco de improvisación en el que se desarrolló, forzado por el cambio de escenario a última hora: del cambódromo a la avenida Roca y Coronado.
Los efectos de esa improvisación fueron notorios. Una muestra de ello fue el ancho de la avenida, que dificultó el recorrido del carro de María Laura I, que también fue una especie de heroína, que se puso el traje pesado de ser una reina sustituta y cumplió con creces. La soberana hasta se dio modos para sortear el tendido eléctrico sin negarle la sonrisa ni un instante al público, especialmente a los niños, que la esperaron varias horas.
El público también hizo su parte. Con todo lo que había ocurrido dos horas antes en el mismo lugar, no daba ni para asomar por una cuestión de seguridad. Pero ahí estuvo la gente, desafiando al frío y a los que creen ser un ‘miracorso’ también es ser una especie de traidor a una causa.
Los Januchos cumplieron
La comparsa coronadora fue el estandarte de María Laura Zamora. “Siempre libres cruceños seamos”, “La libertad no es un privilegio, es un derecho”, rezaban los carteles que sostenían los alegres carnavaleros vestidos de traje típico camba (tipoi, ellas y pantalón y camisa blanca, ellos).
De esa forma cumplían con el mandato de la ACCC, de protestar sin perder la alegría bajo el lema Rompiendo cadenas, de la misma forma que lo hicieron los Ociosos, aspirantes a coronadores 2024.
En el lugar también estuvieron los Chuturubises, que fueron coronadores en 1995, un año de grandes cambios en el corso con la inclusión de los ballets y las coreografías en las comparsas. Fue la única comparsa tradicional que dijo presente.
Junto a la presencia de más de una veintena de grupos folclóricos, que exhibieron lo más variado de la cultura del oriente boliviano, al final se logró un desfile fluido y ordenado. La improvisación quedó atrás y, aunque fue un corso reducido en espacio y tiempo, se cumplió con darle a la gente la libertad y el derecho de elegir si quiere celebrar o no.
ElDeber