Con una vida consagrada al arte y a la cultura, Hugo Pozo fue un pilar fundamental para las artes escénicas y cinematográficas en Bolivia. Su legado perdurará por generaciones, y su partida deja un vacío difícil de llenar.
En la mañana del lunes 4 de noviembre, el mundo del arte boliviano se sumió en el dolor con la partida de Hugo Pozo, un maestro y referente indiscutido del teatro y cine nacional. Con 75 años, Pozo dejó un vacío imposible de llenar, pero un legado tan grande como su pasión por las artes escénicas.
La noticia de su muerte fue confirmada por su hijo Guery Pozo a través de las redes sociales. Con palabras que reflejaban el profundo dolor familiar, escribió: “Con mi corazón destrozado aviso que mi Padre el Mtro Hugo Pozo acaba de fallecer. Dios se lleva a su lado una Leyenda del Arte en Bolivia. Descansa en Paz papito lindo”.
Un hombre de teatro
Nacido en La Paz en 1949, Pozo Arias comenzó su carrera artística a los 23 años, se formó en el teatro con Eduardo Cassis. Su amor por las artes escénicas lo llevó a convertirse en uno de los actores más destacados del país, con una trayectoria que abarcó más de 50 años.
Desde sus primeras representaciones en 1972 hasta los últimos días, Hugo Pozo se dedicó en cuerpo y alma a hacer del teatro y del cine una herramienta de reflexión y cultura. Durante su carrera participó en más de 300 obras y 35 películas, pero fue su inolvidable personaje de ‘El Warjata’ el que lo catapultó al reconocimiento popular, tanto en Bolivia como en el extranjero.
A lo largo de su carrera, Pozo se destacó en grandes producciones nacionales como Chuquiago, Mi socio, Amargo mar, El celibato, American visa, Quién mató a la llamita blanca, entre otras. En los años 90, su personaje de ‘El Warjata’ se convirtió en un fenómeno cultural y, a través de su interpretación, Pozo logró retratar al paceño con todos sus matices, virtudes y defectos. Este personaje no solo caló hondo en el público boliviano, sino que también trascendió fronteras, ganando admiradores en países como Brasil y Chile.
El Teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez de La Paz, un espacio emblemático para Pozo, fue el lugar elegido para velar sus restos. La decisión de ser velado allí, en las tablas del teatro, fue uno de sus últimos deseos, y fue cumplido por su familia.
En este lugar, decenas de actores, artistas y familiares se reunieron para rendirle homenaje. Entre ellos, su hijo Guery Pozo, quien rememoró el deseo de su padre de ser despedido en este espacio que tanto amaba.
Con una profunda emoción, expresó: “Dios se lo quiso llevar antes, cumplió todos sus objetivos, ser forjador de talentos”. La frase fue seguida por el grito unánime de su elenco: “¡Somos teatro, Hugo Pozo!”.
Un mentor para nuevas generaciones
El legado de Pozo no solo se limita a las obras que interpretó, sino a su enorme influencia como formador de nuevas generaciones de actores. Fundador de la Compañía de Teatro Hugo Pozo en 1992, Pozo impartió conocimientos a innumerables estudiantes, a quienes enseñó no solo las técnicas de la interpretación, sino también el amor por el arte, la disciplina y la puntualidad.
A menudo se describía a sí mismo como un “papá” para sus alumnos, quienes lo veían como una figura paterna en muchos aspectos de sus vidas. “Soy como un papá para ellos”, solía decir con orgullo, resaltando la cercanía que establecía con sus estudiantes. Muchos de sus discípulos y colegas coinciden en que su legado más importante fue el de ser un mentor incansable que siempre buscó formar artistas completos.
Un adiós a la pasión y entrega
El presidente del Estado, Luis Arce, también expresó su pesar por la muerte de Pozo, destacando la pérdida irreparable que representa para el arte nacional.
A través de sus redes sociales, el mandatario escribió: “Con profundo pesar, lamentamos el sensible fallecimiento del hermano Hugo Pozo, uno de los más destacados y reconocidos actores bolivianos en el ámbito del teatro y el cine. Su partida deja un vacío irreparable en el mundo del arte nacional, pero también un legado invaluable de trabajo y enseñanzas que enriquecerán nuestra cultura por generaciones. Enviamos nuestro más sentido pésame a su familia y seres queridos”.
Además de su carrera artística, Hugo Pozo era un hombre profundamente vinculado a su familia. Casado y padre de tres hijos, siempre reconoció el apoyo incondicional de su familia, quienes fueron su principal motivación en los momentos difíciles.
“Mi familia siempre me apoyó en las buenas y en las malas”, solía afirmar, recordando que, detrás de las luces y el telón, era un hombre de principios, valores y amor familiar.
La viceministra de Comunicación, Gabriela Alcón, también lamentó la pérdida de Pozo. Destacó su importancia como pilar del teatro boliviano y su legado como formador de artistas.
“Su legado no se apaga con su partida física; vivirá en cada personaje que dio vida y en cada enseñanza que dejó a generaciones de actores y actrices”, afirmó Alcón, quien recordó que el trabajo de Pozo enriqueció la cultura boliviana y dejó una marca imborrable en quienes tuvieron la oportunidad de trabajar a su lado.
Un legado que trasciende el tiempo
A lo largo de su vida, Hugo Pozo no solo se destacó por su pasión por el arte, sino también por su profundo compromiso con la cultura y el teatro boliviano. A pesar de los obstáculos y la falta de apoyo institucional que a menudo enfrentó el teatro nacional, nunca se desanimó.
Su frase “Soy un quijote del arte” refleja perfectamente su lucha constante por mantener viva la llama del teatro en Bolivia, incluso en tiempos difíciles.
En una de sus últimas intervenciones públicas, Pozo expresó su amor por el cine y el teatro: “El teatro es mi vida, el cine es mi pasión”. Esta declaración resumía la esencia de un hombre que vivió y respiró para el arte, para llevar la cultura boliviana a todos los rincones del país y del mundo.
Con su partida, Bolivia pierde a un gran maestro, pero el arte que deja vivirá eternamente en cada escenario, en cada película y en cada corazón de aquellos que lo admiraron.
Hugo Pozo se despide de la vida, pero su voz, su risa y su amor por el arte seguirán resonando en el teatro boliviano por siempre.
Los restos del actor fueron finalmente sepultados en un lugar especial del Cementerio General de La Paz, donde la alcaldía anunció que se erigirá una estatua en su honor, para que su figura sea recordada por las generaciones venideras.
Este gesto, junto con el merecido homenaje que se le brindó en el Teatro Municipal, es solo una pequeña muestra de la huella imborrable que Hugo Pozo deja en la cultura boliviana.
Hoy su nombre se suma al de aquellos grandes artistas que marcaron el rumbo de la cultura nacional, y su memoria será eterna en el corazón del pueblo boliviano.
A Hugo Pozo, con su inconfundible risa y su pasión por el arte, lo recordaremos siempre. ¡Descanse en paz, maestro!
La Paz/AEP