La Festividad de Ch’utillos ha sido inscrita en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) de la Unesco, así que el próximo agosto celebrará esa histórica inclusión, pero, hasta ahora, no ha logrado despejar una incógnita fundamental: ¿Qué significa ch’utillo?
Entre las muchas respuestas que se conoce está la del recientemente desaparecido Tristan Platt que decía que ch’utillo es el nombre del poncho ceremonial del segundo mayor del ayllu Aransaya que, montado en mula, encarnaba al mitayo.
Desde que estudio el origen de esta festividad, hace aproximadamente 30 años, he ensayado teorías filológicas sobre el nombre, como que podría ser una conjunción entre la voz quechua ch’utiy, que quiere decir “desollar, despellejar, escoriar”, con el sufijo “-illo”, pero eso no me ha llevado a nada. Le puse atención a “desollar”, porque ese es el martirio con el que murió el patrono de la fiesta, San Bartolomé, pero no he encontrado relación directa con las formas idiomáticas que solo encontré en quechua y no así en el aimara. Así, en 1607 se manejaba chhutuni como “desollar pellejo” y chhutucun en el sentido de “desollarse de suyo algo en la enfermedad” (GONZÁLEZ, II; 30), pero al haber confirmado que, para esos años, los americanos no se ocupaban demasiado de San Bartolomé, opté por buscar solo indicios documentales.
En los primeros años de mi investigación teorizaba que ch’utillo era el resultado de la fusión de ch’utiy, chhutuni o chhutucun con kusillo, en tanto y en cuanto este era un diosecillo o divinidad menor de los kollas, o aimaras, que encarnaba la alegría. Cuando los portugueses comenzaron a traer monos a los mercados de Charcas, los indios que los vieron creían que era su deidad, así que lo llamaron kusillo. La teoría parecía tener sentido, pero al revisar los vocabularios de aimara del siglo XVI no lo encontré ni como nombre ni como adjetivo. Sí aparece en los de quechua, como cussillu y el significado de “mico” (Ricardo, 1586: 30) y “mona, mico” (Torres, 1619, III: 3v), así que se puede suponer que tiene base incaica. Eso significaba que para formar el nombre ch’utillo había que juntar dos voces quechas y los lingüistas me dijeron que eso no era posible puesto que el quechua no se estructura de esa forma.
El nombre de ch’utillo aparece entre fines del siglo XIX y principios del XX, pero bajo la forma de cchutillo, con “cch”, que es como escribió Lucas Jaimes y se publicó en 1905 en la nota titulada “Gruta del diablo y quebrada de San Bartolomé” (Jaimes: 63-67). Empero, el significado que le da el tradicionista es de “genio que daña y huye” y lo maneja indistintamente como “cchutillo” y el diablo. Es pertinente apuntar que, pese a la publicación de esta leyenda, cuya primera versión fue anterior a 1905, los vocabularios quechuas publicados en aquellos tiempos no tomaron en cuenta la voz ch’utillo como se puede confirmar al revisar una obra así que Luis Subieta Sagárnaga escribió en 1919 y recién se publicó en el siglo XXI por esfuerzo de su descendiente Mario Araujo Subieta.
El nombre de “Ch’utillo” no vuelve a aparecer sino hasta 1980, cuando Antonio Paredes Candia se ocupa de la festividad y, sobre la base de las informaciones recogidas en la misma, publica lo siguiente:
“Chutillo es el nombre que recibe el participante activo de la fiesta, es decir, los jinetes que intervienen, disfrazados actualmente de gauchos, mejicanos, con capas blancas y hasta de tonys. Tienen que ser jinetes vestidos lujosamente que monten en caballos briosos y bien enjaezados.
El ser Chutillo no es prerrogativa del varón, también las mujeres pueden ser. Lo que se exige a ambos es que sean solteros.
La palabra Chutillo popularmente tiene el significado de burla. Hay que chutillarnos, dice el pueblo, por hay que burlarnos. El concepto Chutillo también infiere jugar, jugar unos con otros” (Paredes, 1980: 97).
Los datos recogidos por don Antonio son coherentes con el significado actual de ch’utillu, en quechua, que significa “muy afectado en el uso riguroso de las modas” y “refinado, lechuguino”.
Un detalle llamativo es que el Diccionario de Americanismos ha recogido a chutillo como nombre masculino procedente de Bolivia y cuyo significado es “festividad pagano religiosa de origen aimara que data de la época precolombina”. Lo de aimara coincide con un diccionario aimara-español en línea, de una página que promueve el turismo en Perú, que señala que ch’utillu es “danza aymara”, lo que contradice con un cuadro que con el título de “Chutillo. Aborigen quechua” está en el Museo Carlos Dreyer, de Puno.
En 1996, el investigador británico Roy Youdale publicó el que quizás sea el primer artículo académico sobre la Festividad de Ch’utillos y en este incluye los siguientes apuntes sobre el significado del nombre:
“El término ch’utillo tiene una variedad de posibles orígenes, incluyendo derivaciones provenientes del aymara y del quechua. A continuación se dan las varias posibilidades que he encontrado hasta ahora:
Chuta (quechua) ricos comerciantes de coca quienes venían de Los Yungas (Departamento de La Paz), y que en la Fiesta de San Bartolomé utilizaban calzones imitando a los toreros españoles, al igual que el sombrero, la capa y el uso del caballo (Vargas 1989).
Ch’uta (aymara) sinónimo de mit’a según Bertonio (1956).
Ch’uta (quechua) pantalón corto.
Ch’uta (aymara) campesinos que usaban el pantalón partido en lugar de botapié. Hoy se conoce al dis fraz de carnavales con chaqueta y calzón abombado (Miranda 1970).
Chutay o chu’tir despellejar, quitar, o sacar la piel (quechua).
Ch’utay (quechua) ser expelido por presión.
Ch’utilla (quechua) pequeño poncho ceremonial usado por el segunda mayor en Pocoata (Norte de Potosí) durante la Fiesta de San Bartolomé (Platt 1983).
Ch’utillo (quechua) un genio que daña y huye (Jaimes 1905).
Ch’utillo (quechua) el minero disfrazado y montado en muía, en el uso popular en Potosí.
Kusillo (aymara) un geniecillo quien, entre sus características, daña y huye” (Youdale, 1996: 346).
Actualmente, sin ahondar demasiado en los orígenes del nombre, se dice, simple y llanamente, que “Chutillo” es el participante en la fiesta.
(*) Juan José Toro es fundador y socio de número de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).
El cuadro peruano
Indudablemente, inscribir a la festividad en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad fue un triunfo, pero eso no significa que los potosinos debamos quedarnos cruzados de brazos. Mejorar la festividad, con el fin de convertirla en un atractivo turístico que incremente el flujo de visitantes a Potosí es un objetivo en el que deberíamos trabajar todos. Por otra parte, es preciso cuidar nuestra manifestación cultural ya que, como se sabe, actualmente existe la figura de la apropiación del patrimonio en el que no solo incurren personas, sino colectividades enteras. Sobre el tema específico de Ch’utillos, debo confesar que quedé inquieto cuando encontré, en el Museo Municipal Carlos Dreyer de Puno, Perú, un óleo de 46 x 33 centímetros titulado “Chutillo, aborigen quechua” que fue pintado en el siglo XX por José Alfonso Sánchez Urteaga, que firmaba sus cuadros con el seudónimo de Camilo Blas. El motivo de mi inquietud es que, por su sombrero, se trata del retrato de un indígena peruano y el guion museográfico no dice nada más al respecto. Este tipo de detalles ameritan investigaciones.
Fuentes
González Holguín, Diego (1608)
Vocabulario de la Lengua General de todo el Perú llamada lengua Qquíchua o del Inca. Imprenta de Francisco del Canto. Lima.
Jaimes, Julio Lucas (1905)
La Villa Imperial de Potosí, su historia anecdótica, sus tradiciones y leyendas fantásticas, su grandeza y su opulencia fabulosas. Talleres Gráficos de L. J. Rosso. Buenos Aires.
Paredes Candia, Antonio (1980)
Folklore de Potosí. Ediciones Isla. La Paz.
Ricardo, Antonio (Impresor), (1586)
Arte y vocabulario en la lengua general del Perú llamada Quichua y en la lengua Española. Lima.
Torres Rubio, Diego de (1619)
Arte de la Lengua Quichua. Imprenta de Francisco Lasso. Lima.
Youdale, Roy (1996)
La fiesta de San Bartolomé o de los Ch’utillos de la ciudad de Potosí: música y danza en una fiesta citadina andina. Artículo en Baumann, Max Peter (coord.), Cosmología y música en los Andes. Editores: Iberoamericana Vervuert. Madrid. pp. 332-352.
Via: Los Tiempos