El plateo es una actividad que consiste en la entrega de masitas y dulces a familiares y amigos como invitación a participar en el ‘mast’aku’, el ritual de armado de la mesa en honor a los difuntos. Esta práctica se inicia una o dos semanas antes de la festividad de Todos Santos en Bolivia y es fundamental para establecer lazos de solidaridad y comunidad entre los deudos y sus allegados.
El antropólogo José Antonio Rocha explica que la festividad de Todos Santos en el país es “una celebración profundamente arraigada en la cultura andina” que se lleva a cabo en el ‘Aya mark’ay killa’, una expresión quechua que significa ‘el mes de llevar en brazos a los muertos’ que coincide con la época en la que se lleva a cabo esta festividad haciendo referencia a la conexión entre los vivos y los muertos.
De acuerdo con lo que ancestralmente se dice de la tradición, desde el 1 de noviembre las almas de los difuntos son esperadas en los hogares de sus seres queridos donde las mesas armadas se llenan de ofrendas. A partir del mediodía, los visitantes llegan a ofrecer sus plegarias y condolencias y, en retribución, los dolientes ofrecen diferentes platillos, masitas, frutas y bebidas típicas de la región. Este intercambio simboliza la reciprocidad y el respeto hacia los muertos, en una celebración que combina el recuerdo y la alegría.
En este contexto, el ‘plateo’ o ‘platear’ se convierte en una práctica esencial que simboliza la invitación a compartir esta experiencia con los dolientes, además de ser una de las actividades más significativas que marca el inicio de esta emotiva festividad que se celebra cada año.
“El plateo es una forma de hacer saber a los amigos y familiares que se está preparando un mast’aku, una mesa llena de ofrendas”, explica Rocha.
Así, la festividad de Todos Santos y el plateo se entrelazan, creando un ritual que honra la memoria de los difuntos mientras celebra la vida y la unidad de la comunidad.
EL RITUAL Tradicionalmente, el plateo implicaba el envío de masitas y dulces en un plato entre conocidos, familiares y amigos, pero hoy en día esta práctica ha evolucionado. “Este envío se hacía tradicionalmente mediante un plato, pero hoy en día puede adquirir diversas formas porque hay más opciones de realizarse”, recalca Rocha.
Actualmente, se estila que la familia doliente que está encargada de realizar esta actividad utilice bandejas o cajas decoradas, a menudo incluyendo el color morado combinado con el negro, ya sea en listones, tarjetas o demás adornos temáticos, acompañados de la fotografía del difunto.
Marcelina Olmos, de la localidad de El Paso, expresa sobre esta actividad que “el plateo es un medio de invitación que busca hacer saber a los amigos y familiares que visitan el ‘masta’ku’ los días viernes y sábado para poder rezar por el alma y compartir momentos de historias, que el difunto es recordado con cariño pese al paso del tiempo”.
En el marco de las costumbres que enriquecen nuestra cultura, la invitación al ‘plateo’ se erige como una tradición significativa que trasciende generaciones y une a las familias. Este ritual invita a amigos y seres queridos, tanto cercanos como lejanos, que conocieron al difunto en vida, a reunirse en su hogar.
Durante este encuentro, los asistentes comparten recuerdos del familiar que dejó una huella en sus vidas. Así, esta actividad no solo honra la memoria del fallecido, sino que también fortalece los lazos familiares y comunitarios, recordándonos la importancia de mantener vivas las tradiciones que nos conectan con nuestro pasado.
EL ORIGEN El término ‘plateo’ encuentra su origen en la acción de utilizar un plato para enviar ofrendas, aunque en la actualidad se emplean diversas formas de presentación. A pesar de esta evolución, el nombre sigue siendo el reflejo de una tradición que se ha mantenido a lo largo de los años.
“No puedo mencionar un origen como tal; sólo podría decir que ha sido una forma de tradición”, afirma Olmos, quien destaca la continuidad de esta práctica familiar hasta la actualidad.
“Es una práctica que ha pasado de mi mamá a mí y de mí a mis hijos”, subraya enfatizando que se trata de un legado cultural que ha perdurado a través de generaciones. Sin embargo, la historia de quién inició esta tradición sigue siendo un misterio para los libros y relatos orales, pero lo que resalta de su práctica es el carácter colectivo y arraigado que generó en la cultura local
PEQUEÑA MUESTRA El ‘plateo’ es una tradición cultural que se manifiesta como una pequeña muestra del ‘mastak’u’, un conjunto de delicias gastronómicas que varían según cada familia practicante doliente. Según Olmos, esta práctica incluye una variedad de masitas que deleitan a los asistentes.
“Lleva diferentes masitas entre ls que se encuentran bizcochos, empanadas, dulces, entre otras que pueden variar”. Estos alimentos son elegidos cuidadosamente por sus anfitriones, ya que representan los gustos del difunto en vida.
Además, el plateo se complementa con vino como bebida tradicional de esta fiesta, sin importar el recipiente en el que sea enviado. El mismo es un elemento que invita a brindar por la memoria del fallecido. Este ritual va acompañado de una fotografía del difunto, adornada con alguna frase o rezo que rinde homenaje a su vida y legado. Olmos, recalca la importancia de esta tradición en el proceso de duelo, ya que no solo permite a la familia y amigos recordar al ser querido, sino que también crea un espacio para compartir anécdotas y sentimientos.
En conclusión, el plateo como parte integral de la festividad de Todos Santos, no solo es un ritual de invitación, sino también un acto de amor y memoria mediante el que las comunidades bolivianas honran a sus seres queridos, fortaleciendo los lazos sociales y culturales que perduran a lo largo del tiempo.
En un mundo donde las tradiciones enfrentan desafíos, el plateo se mantiene como un símbolo de identidad y conexión con las raíces andinas y forma parte de la herencia cultural boliviana.
Via: Opinión