
De generación en generación, desde hace dos siglos, de la mano de la familia Taqui se expande la Qhonqota, la música autóctona de todo el Norte Potosí y región andina de Cochabamba, que incluso llegó hasta Europa y Japón gracias a su trabajo.
El artesano constructor de charangos y qhonqotas, Iván Taqui, nació un 18 de octubre de 1972 en la localidad de Cala Cala, municipio Uncía, provincia Rafael Bustillo del Norte Potosí, tiene siete hijos y dice que “lleva la qhonqota en la sangre” y que tener el oficio de constructor de los instrumentos “es como vivir un sueño”.
El legado en la construcción de los instrumentos musicales la comenzó el abuelo del padre de Iván Taqui. Más adelante, su abuelo, papá, él, su esposa e hijos continuaron con el oficio hasta la actualidad.
A sus diez años construyó su primer instrumento. “Lo vendí a treinta bolivianos en una feria en Llallagua, era un charango con un modelo diferente aquella vez, eso les gustó a la gente”. Hasta aquel momento solo había visto a su papá tallar y construir qhonqotas y charangos. “Aún tenía dificultades en hacer igualar los trastes”, recuerda.
Su papá falleció y se quedó solo con sus hermanos y su mamá. La escasez de recursos económicos lo obligó a comenzar a construir el charango y qhonqotas a sus diez años. Desde aquella vez, nunca más dejó el oficio.
Su taller está instalado en su domicilio, un cuarto de tres por cinco metros donde crea todas sus obras, junto a una pequeña barraca donde almacena la materia prima, maderas.
“Primero se talla el brazo, luego los arcos, la espalda y la cara, los trastes, la clavija y finaliza con el tintado y puesta de las cuerdas”, cuenta Iván mientras pone las clavijas a una qhonqota en su taller.
Tanto los charangos y las qhonqotas son construidos de tres tipos de maderas que hace pedido desde oriente; mara y nogal y pino desde el Perú. Construir esta última le demora una semana.
Su esposa, Damiana Zamudio es quien lo acompaña día a día en la construcción de los instrumentos, “ella hace el cincuenta por ciento de la obra y yo el otro cincuenta”, indicó Iván.
Damiana se casó a los 15 años con Iván. Ella, en aquella época, se dedicaba a la artesanía de tejidos típicos de la región. Más adelante, dejó el oficio y ambos construyen los instrumentos, ahora.
“Yo no sabía nada de la qhonqota ni del charango, al ver que mi esposo necesitaba ayuda en el proceso de construcción me atreví a poner las cuerdas, a lijar la madera y a pintar”, recordó doña Damiana.
“Ahora las hago con facilidad, los clientes quieren las qhonqotas con cuerdas puestas por mí, o si las rompen, vienen para que las vuelva a poner”, cuenta Damiana.
Taqui estima que en todo el Norte Potosí, y parte de región andina de Cochabamba, existen más de cincuenta grupos autóctonos de qhonqoteada y que un 95% de los instrumentos que interpretan los músicos vienen de su taller.
Tanto Iván como Damiana se preocupan por el diseño y la calidad de sonido que saca cada instrumento. A lo largo de su experiencia en la construcción de estos instrumentos, Iván conoció a muchos artistas y grupos autóctonos, entre ellos, Takashi Sigiyama, un artista y constructor de charangos que llevó la qhonqota hasta Japón., e incluso sus creaciones y la música misma llegaron a Perú, Estados Unidos y Europa.
Los artistas locales reconocen a Iván como ‘el maestro’ y el máximo constructor de qhonqotas y el charango del Norte Potosí.
Leonardo Caracara, un artista de la qhonqotanacida de Llallagua, radicado en Cochabamba y fundador de Los Rosales y Cien por Cien Amistades Leito por Siempre, afirmó que sus obras de don Iván son únicas y de calidad, por ello, para la producción musical de sus composiciones realiza con sus obras de Taqui.
Él aprendió a tocar charango y qhonqota sus 12 años. A sus 65 años continúan participando en todas las fiestas de qhonqota en el norte potosino y también en Cochabamba a la cabeza de su grupo autóctono.
Otro dato interesante es que este instrumento es solo interpretado en la época de lluvia, desde Todos Santos hasta la ‘kacharpaya’ de carnaval.
Según Iván y Leonardo, el sonido de la qhonqotaes similar al ruido de los truenos o el sonido del agua corriente. Por ello, se dice que las melodías de la qhonqota llaman a la lluvia. Por eso, se toca solo en esa época. “Es el secreto de la qhonqota”, afirman.
Tanto Iván como su esposa concuerdan con que la música alegra el alma del ser humano y lo mantiene alegre y vivo. “Sin la música imagino que la vida sería triste”, declara Damiana. Por lo que ambos elaboradores de instrumentos alientan a las nuevas generaciones de su región a introducirse en el arte de la música con la qhonqota.
Desde el 2 de enero hasta el domingo de tentación de carnaval en diferentes municipios y comunidades dentro del Norte Potosí y la región andina de Cochabamba existen festivales de qhonqota y pinquilliada, instrumentos de la época.
El “más grande e importante” de toda la región es el festival de la qhonqota que se realiza cada año el miércoles y jueves de ch´alla, en la localidad de Cala Cala, conocido como la cuna de la Qhonqota en la provincia Rafael Bustillo-Norte Potosí.
En dicho festival, de todo el Norte Potosí e incluso desde las provincias de Arque, Bolívar y Tapacari de la región andina de Cochabamba, cerca de un centenar de grupos autóctonos al ritmo de la qhonqota y pinkilloluciendo atuendos típicos y cargando las primeras cosechas de producción agrícola llenan las calles y la plaza de Cala Cala durante dos días.
“Cala Cala es cuna de la qhonqhota y capital de la música autóctona, qhonqota. Este es el único lugar donde se fabrica y se construye el instrumento andino”, manifestó una autoridad del ayllu Puraca en el Noveno Festival de la Qhonqota realizado el pasado 5 y 6 de marzo.
En 2017, mediante la Ley 886 se declaró Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado Plurinacional de Bolivia a la ritualidad, música, danza, canto y vestimenta de la qhonqota.
Si desea adquirir y aprender a interpretar un instrumento musical andino como la qhonqota y charango, puede contactarse al 68311793, Iván Taqui, maestro de la qhonqota en Cala Cala.
Fuente: Opinión