De acuerdo con una investigación realizada por el cochabambino Gustavo Rodríguez Ostria (+), el Carnaval siempre fue una fiesta esperaba y apetecida en Cochabamba, como en el resto del país. Incluso, hubo momentos en los que se lo quiso prohibir y solo fue de la clase dominante, pero siempre resurgió con más fuerza y colorido.
No se tiene precisión desde cuándo se festeja el Carnaval en Cochabamba, pero sí se conoce que fueron los españoles quienes introdujeron en América dos fiestas: la de las clases llamadas altas, que celebraban en salones al estilo español, y la popular, en las calles.
Allá por 1840, la plebe indígena o mestiza ocupaba y tomaba las calles céntricas durante el Carnaval, imponiendo su música, baile y vestimenta. Mientras los sectores más ricos y dominantes se reunían el martes de Carnaval en sus mansiones y de manera discreta.
Posteriormente, fueron los sectores dominantes quienes empezaron a ocupar las calles céntricas con sus bailes y la apertura de sus enormes casas, en las que compartían el guarapo e incluso una fina chicha, elaborada para la ocasión con maíz seleccionado. Y también degustaban el tradicional puchero de cordero.
Mientras el Carnaval de raíz plebeya quedaba confinado en los alrededores de la ciudad, en los barrios populares, como Las Cuadras, Kara Kota, Jaihuayco o Cala Cala, los artesanos, comerciantes y campesinos bailaban cuecas y bailecitos con el mismo gusto y desenfreno de antes. Challaban con chicha que provenía de los aqhawasis (chicherías) de Cliza y Punata.
En 1880 y las décadas siguientes, la élite cochabambina se tornó más “ilustrada” y extranjerizada, e intentó copiar el carnaval de Venecia (Italia) y los países europeos. Organizó el Corso de Flores, en el que lucían máscaras y trajes finos. A fines del siglo XIX, el Carnaval cochabambino se afirmó como una “fiesta de la aristocracia”.
Un primer cambio se dio en 1953, cuando el Corso de las Flores dejó su ritual de dar vueltas la plaza principal y se trasladó a El Prado, y los adornados carruajes de las clases dominantes fueron reemplazados por comparsas. En 1965 la Cámara Junior promovió la elección de la Reina del Carnaval. En 1970, la Radio San Rafael y la Alcaldía del Cercado organizaron el primer festival de taquipayanakus, contrapunteo de coplas picantes entre comparsas, en quechua y castellano. La actividad fue en el estadio Félix Capriles.
El puchero, plato carnavalero
La historiadora Rosa Elena Novillo Gómez aseguró que no hay fiesta en Cochabamba que no traiga consigo un sabor tradicional y culinario. En el caso del Carnaval, el famoso puchero es el referente culinario de esta celebración.
Tiene su origen en España, con la famosa Olla Podrida (poderosa). Las carnes que se emplean para este delicioso plato son la de res y cordero, pero también lleva entre sus ingredientes: arroz, repollo, ajo, cebolla, ají amarillo, papa runa y las frutas de la temporada, tales como el durazno y la peramota.
Los otros plantos que se saborean en estas fechas son la picana, el cual se acompaña con pan integral, soltero, ensalada de verdolaga y choclo. La picana valluna se invitaba a las comparsas y pandillas de bailarines, para que con esa fuerza continúen con su recorrido y el derroche de alegría.
A esos preparados se suman el escabeche y el enrollado, las humintas, el choclo con soltero, papawayq’o y la rica jak’a lawa. Desde siempre las comidas acompañaron el ch’allaku.
Los Tiempos