Elena Salazar Escóbar, la musa detrás de «Collita», un tema que refleja tanto la belleza de La Paz como la complejidad del amor.
Preste Mayor.- En el panorama musical boliviano, pocas canciones capturan la belleza y el espíritu de La Paz como lo hace «Collita». Compuesta por Fernando Román Saavedra y popularizada por el grupo Wara, esta melodía es más que una simple canción: es una narrativa de amor, inspiración y desamor que ha resonado con generaciones de paceños.
Con 44 años, Román Saavedra se sintió profundamente atraído por Salazar, quien tenía entonces 18 años. En un intento por conquistar su corazón, compuso «Collita», dedicándole versos que resaltaban su silueta, sus ojos negros y labios rojos, evocando la imagen de una mujer irresistible.
La canción fue lanzada por el vocalista Dante Uzquiano del grupo Wara, y rápidamente se consolidó como un himno no oficial de La Paz, celebrado por su lírica poética y su melodiosa composición.
Américo David Estévez Román, nieto de Salazar y también músico, recuerda cómo la canción fue interpretada por su abuelo al pedir la mano de Salazar, un acto que selló un romance marcado tanto por la pasión como por la eventual desilusión.
A pesar del romanticismo inicial, la relación entre Salazar y Román Saavedra fue compleja y a menudo dolorosa. Román Saavedra, descrito por su nieto como mujeriego y frecuentemente ausente debido a sus giras, dejó a Salazar después de diez años. Salazar, quien nunca recibió reconocimientos formales por su papel como musa, enfrentó la vida con resiliencia, criando a sus dos hijos sola y trabajando incansablemente para sostener a su familia.
El legado de «Collita» y la historia de Salazar han resonado en la comunidad artística de La Paz. Pepe Murillo y otros músicos locales han homenajeado a Salazar, reconociendo su influencia indirecta en la cultura musical paceña. Américo Estévez recuerda su sacrificio y dedicación con gran emoción y ha compuesto canciones en su honor, intentando perpetuar su memoria a través de la música.
La historia de Elena Salazar Escóbar y la canción que inspiró son recordatorios de cómo la música puede capturar la esencia de las emociones humanas y transformarlas en un legado perdurable.