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La devoción y el costo de ser chuncho en la Fiesta Grande de Tarija

El domingo 1 de septiembre, la ciudad de Tarija se llenó de fervor y tradición en el marco de la Fiesta Grande en honor a San Roque. Cientos de chunchos, tamboreros, quenilleros, cañeros y alféreces acompañaron al Santo Patrono en su recorrido por el centro de la ciudad, marcando así el inicio de seis procesiones, que se extenderán hasta el 10 de septiembre.

La figura del chuncho es central en esta celebración, caracterizándose por sus vistosos trajes de seda adornados con perlas, oropeles, un ponchillo, pollerín y un turbante de plumas. Además, llevan la «estalla», una pieza en forma de corazón cubierta de conchas y lentejuelas, que simboliza el amor, la fe y la esperanza hacia San Roque. Esta vestimenta no solo es un símbolo de devoción, sino también un

Presupuesto

Sin embargo, ser chuncho no es una decisión ligera. El costo de la vestimenta puede variar significativamente, dependiendo de los materiales y detalles elegidos. Un traje completo para un adulto puede costar entre 1.600 a 2.000 bolivianos, mientras que el de un niño es un poco más económico.

Por ejemplo, un turbante cubierto de plumas y adornado con piedras, canutillos y lentejuelas bordadas a mano puede costar entre 500 a 1.000 bolivianos, dependiendo de la cantidad y calidad de las plumas.

Otros elementos del traje, como el ponchillo, está entre 310 y 380 bolivianos; el pollerín, entre 130 y 250 bolivianos; la pañoleta de seda cuesta alrededor de 35 bolivianos, mientras que el pañuelo tradicional se encuentra a 10 bolivianos el par, y el pañuelo con la imagen del santo tiene un precio de 20 bolivianos el par.

Las medias, que varían en calidad, se pueden encontrar desde 15 hasta 25 bolivianos, y la camisa blanca o bordada puede costar entre 90 y 150 bolivianos. Incluso la caja para guardar el traje, esencial para conservarlo en buen estado, tiene un costo que oscila entre 70 y 90 bolivianos.

Trascendiendo fronteras

A pesar del costo, los promesantes consideran que la inversión vale la pena. Vicente Alvarado, un tarijeño que reside en Argentina, cuenta que cada año viaja desde Córdoba junto a su familia para participar en la fiesta. «Compramos las telas en Córdoba, muchas de ellas traídas de Europa, y tenemos una modista que nos hace la vestimenta en base a un modelo que se llevó de Tarija», relata.

Devoción El pedido de salud y protección es común entre los promesantes, quienes ven en San Roque un intercesor poderoso ante Dios

Para los Alvarado, la fiesta de San Roque es un acto de fe y devoción que ha perdurado a lo largo de los años, un compromiso que mantienen con orgullo y que incluye un pedido especial al Santo: salud para su familia, paz para el mundo y, en general, bienestar para todos aquellos que forman parte de sus vidas.

Este pedido de salud y protección es común entre los promesantes, quienes ven en San Roque un intercesor poderoso ante Dios.

La historia de la familia Alvarado no es única. Cada año, miles de chunchos y devotos llegan desde diferentes regiones de Bolivia e incluso desde otros países para cumplir sus promesas. El año pasado, más de 8.600 chunchos participaron en la fiesta, muchos de ellos provenientes de otros departamentos y del exterior.

Estos promesantes no solo aportan con su fe, sino que también contribuyen al movimiento cultural, turístico y económico que caracteriza a la Fiesta Grande de San Roque.

La fiesta también un momento de introspección y humildad. Para muchos, danzar como chuncho es un acto íntimo de conexión con San Roque y, a través de él, con Dios. «Ser chuncho es hablar de fe, de mucha fe, y de la veneración a San Roque porque a través de él uno quiere llegar a Dios», menciona Vicente.

Este sentimiento es compartido por todos los que participan en las procesiones, quienes ven en la fiesta no solo una tradición cultural, sino una oportunidad para renovar su fe y sus promesas. La Fiesta Grande de Tarija, en honor a San Roque, es una celebración que trasciende fronteras y generaciones.

Via: El País

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