jueves, enero 2
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Sepa por qué Potosí es el centro de la festividad de Ch’utillos

Potosí ya tiene el certificado que amerita que la festividad de Ch’utillos está inscrita en la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El momento es oportuno para recordar que el lugar de origen, y por lo tanto central, de esta manifestación cultural, es, precisamente, la ciudad del Cerro Rico.

A tiempo de entregar el certificado, la ministra de culturas, Sabina Orellana, dijo que los orígenes de la festividad son precolombinos, a tono con el documento de inscripción dice que “la fiesta de los Ch’utillos forma parte del patrimonio cultural de la nación indígena Q’ara Q’aras”. Esto se debe a que la cultura que habitó una gran parte del territorio potosino, incluidas las provincias Frías, Linares, Saavedra, Bustillo, Charcas, Ibáñez y Bilbao, hasta antes de la dominación incaica fue la qaraqara cuya antigüedad es homologada por el historiador Tristan Platt con la de la cultura tiwanakota; es decir, entre 800 y 400 antes de Cristo.

Para los habitantes de la nación qaraqara, el Cerro Rico era una deidad mayor, la waka P’utuxi, de donde viene el nombre Potosí. Durante siglos, el cerro era venerado en un gigantesco adoratorio natural que es la planicie inclinada donde hoy está la ciudad de Potosí. El ingreso, punku o puerta a ese adoratorio era Mullu Punku que recibió ese nombre porque, para entrar al adoratorio, se entregaba mullus o conchas marinas como ofrendas.

La waka P’utuxi dejó de ser venerada cuando comenzó la explotación de la plata y surgió la ciudad, en 1545; y el Cerro Rico se convirtió el objeto de extracción de minerales que es hasta ahora. Con la waka convertida en yacimiento, perdió su condición de deidad. Entonces, el culto se redujo a Mullu Punku. Los religiosos que encontraron esa práctica, especialmente los jesuitas, decían que los indios adoraban al diablo en ese lugar, así que entronizaron la imagen de San Bartolomé e inventaron la historia de que había derrotado a Satanás en mítica batalla. Las cartas del padre Pablo Joseph de Arriaga y la “Historia de la Villa Imperial de Potosí…”, de Bartolomé Arsánz, datan la entronización en 1589.

Sin el culto ancestral a la waka P’utuxi, o Cerro Rico, la quebrada que hoy se llama de San Bartolomé no hubiera sido la puerta de acceso al gran adoratorio, no hubiera sido Mullu Punku.

Según Arzáns, el culto fue mantenido por los indios de Cantumarca que “un día a la semana iban como en procesión a adorar al común enemigo” hasta esa “grande cueva naturalizada en peña viva”; es decir, hasta Mullu Punku. Eso incluye a Cantumarca entre los lugares importantes de la festividad.

Desde la entronización de la imagen de San Bartolomé, esa cueva pasó a llamarse “del diablo”.    

Via: El Potosí

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