martes, noviembre 26
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Sebastián Chuquimia: el barbero, fisioterapeuta y heredero del legado Jach’a Mallku

Un canto ahogado por el llanto, vestido de negro y rodeado de flores fúnebres, así fue el debut musical de Sebastián. Durante meses se preparó para cantar frente a su padre, pero la muerte llegó antes de vencer su timidez. En medio del dolor por el fallecimiento de Franz Chuquimia, fundador del grupo Jach’a Mallku, la sorpresa se apoderó que quienes escucharon por primera vez la voz de Sebastián y su indiscutible talento. El joven dejó sus instrumentos de barbería y sus libros de fisioterapia por un momento para heredar un legado en el folclore nacional y comenzar a marcar su propia huella. 

La vida de Sebastián Chuquimia Salazar, de 24 años, dio un cambio radical luego del deceso de su padre. Pese a que su progenitor era un referente en el mundo de la música boliviana, su contacto con el medio artístico era casi nulo. Llevaba una vida tranquila enfocada en sus estudios y su trabajo. Aunque tenía el sueño de algún día cantar junto a Franz, solo se limitaba a ayudarlo en el grupo con trabajos menores. Ser la voz principal de Jach’a Mallku estaba lejos de sus planes. 

Sebastián comenzó a dedicarse a la barbaría hace ocho años. La iniciativa surgió gracias al trabajo de su mamá como peinadora. Cada vez que alguna clienta llegaba con sus hijos al salón, él aprovechaba para tomar los instrumentos de peluquería y practicar. No tenía temor, recuerda

Al salir del colegio, como una forma de independizarse económicamente y ayudar en el hogar, decidió abrir su propia barbería junto a un amigo. Aún no tenía todos los conocimientos, pero sí las ganas. Así que comenzó a pasar clases en el instituto Berlín para perfeccionar su trabajo.

Actualmente, está en el último año de la carrera de Fisioterapia. Hasta antes de la música, combinaba sus estudios con su trabajo como barbero, que redujo a los fines de semana para no descuidar su enseñanza. 

Sebastián recuerda que la convivencia con su papá y sus hermanos no era muy frecuente. Sin embargo, Franz sí lo visitaba y estaba pendiente de su educación. “Mi papá venía cada cierto tiempo. Nunca se olvidó de mí”, sostiene. 

Creció como hijo único junto a su mamá. Conoció a sus hermanos menores luego de la muerte de su papá. “Yo creo que mi papá, dentro de él, sí quería que todos nos juntemos. Una vez que falleció mi papá los llegué a conocer a todos y ahora tenemos una buena relación”, comenta Sebastián. 

Jach’a Mallku es una familia, así lo afirman los integrantes. Por lo tanto, ser parte implica ser aceptado por todos. Así pasó con Sebastián. “Como no nos conocíamos, el día del velorio mis hermanas se sorprendieron (ante su canto). ‘Lo hemos escuchado al papá’, me dijeron y que por eso se pusieron a llorar”, afirma. 

“Ellos están de acuerdo con que yo esté asumiendo este papel. Siempre con el compromiso de que estoy dando lo mejor de mí”, añade. 

El cantante durante la retreta de Cochabamba./ GAMC
El cantante durante la retreta de Cochabamba./ GAMC

LA FAMA Y EL DUELO 

Durante el velorio de Franz Chuquimia, los demás integrantes del grupo musical decidieron rendirle tributo cantando sus éxitos. Desde “Cecilia” hasta “Rosita” fueron parte del repertorio. En medio del dolor del momento, la música se convirtió en una forma de consuelo. 

Llamó la atención de los asistentes la presencia de un joven tímido parado frente al ataúd de Chuquimia y rodeado de los otros artistas. Fue Vico Choque, uno de los músicos de Jach’a Mallku, quien recordó cuando Franz trajo a Sebastián con la ilusión de hacerlo parte del grupo. 

“Un día, hace unos meses, Franz nos dijo: ‘Quiero integrar a alguien a la familia Jach’a Mallku, quiero que lo traten como nos tratamos entre nosotros, con ese cariño, con ese amor’ y nos presentó a su hijo Sebastián. Es un miembro de nuestra familia”, contó Choque durante el velorio. 

“Qué bien hubiera sido que él te escuchara cantar, pero te está viendo. Esta ‘Morenada del amor’ lo cantaba para todos sus hijos, porque los quería a todos por igual”, añadió Vico mirando a Sebastián.

El arrepentimiento de no haber cantado junto a su padre es algo que sigue lamentando. Pero la vorágine del momento, de ocupar el lugar de su papá y cumplir con los compromisos del grupo, lo motivaron a seguir adelante. Una situación extraña es lo que vive ahora, se mueve entre el duelo y el reconocimiento nacional. 

“Los primeros días no entendía qué pasaba. Yo pensé que solo sería unos días y luego iba a continuar con mi vida normal, pero fue la necesidad de la misma gente, que nos quería seguir escuchando”, sostiene Sebastián. 

Afirma que el cariño que recibía su papá de la población se traspasó a él y fue el incentivo principal para que él deje su timidez de lado y asuma el rol de voz principal de la agrupación. 

“Es una responsabilidad grande. Hay que asumirlo con cabeza fría, con humildad, tranquilidad. Soy una persona muy reservada. No pienso que yo sea el famoso, es el grupo Jach’a Mallku”, dice. 

Pese a ser hijo de un músico consagrado a nivel nacional, la relación de Sebastián con la música fue muy privada. “Mi gusto por la música siempre fue muy personal. Yo cantaba dentro del baño o en mi cuarto. Incluso era demasiado tímido para cantarle a mi mamá. Nunca pensaba que iba a imitar a mi papá o que me saldría su voz”, asegura. 

El folclore tampoco fue su primera conexión. Cuenta que fueron los boleros con los que se acercó al canto. Sin embargo, cuando se fue sumergiendo más en las composiciones de Jach’a Mallku, terminó por adoptar la música nacional como propia. 

Su mamá fue la primera en darse cuenta del potencial de Sebastián. Así que decidió hablar con Franz para que le dé la oportunidad de ser parte del grupo, aunque en ese momento no pensaban que sería como cantante. “Empecé como ayudante del sonidista, recogiendo cables, poniendo pedestales”, asevera.

El contacto fue reciente, a principio de este año. La idea era que el joven pueda generar ingresos extras. Franz tomó positivamente la iniciativa y le dio un espacio. Sin embargo, el tiempo no les alcanzó para que Sebastián mostrara todo su potencial. 

“Por miedo y respeto a mi papá nunca pude decirle. Me arrepiento mucho. A mí me hubiera encantando que él me escuche. Saber lo que iba a opinar de mí. Pero sé que desde el cielo y aquí, con su espíritu, está conmigo”, indica 

El apoyo de su mamá fue fundamental en todo este proceso. Viven juntos y es quien se hizo cargo de su cuidado principal. “Mi mamá es mi vida. Estamos juntos todos los días, es todo para mí”, afirma. 

Chuquimia se distingue como la voz principal de Jach’a Mallku./ GAMC
Chuquimia se distingue como la voz principal de Jach’a Mallku./ GAMC

EL FUTURO EN LA MÚSICA 

La vida de Sebastián cambió totalmente en cuestión de semanas. A sus metas personales se sumó la música. 

A corto plazo quiere terminar su carrera en Fisioterapia. Este es su último año y tiene la meta obtener su título lo antes posible, como una forma de cumplir el sueño que tenía su papá para él. 

No quiere dejar de lado su trabajo como barbero, así que desea abrir un spa exclusivo para hombres, donde pueda combinar su profesión con su labor anterior. 

Ahora la música ocupa un espacio importante en su vida. Se convirtió en la voz oficial de Jach’a Mallku y asume la responsabilidad que viene con ese puesto. Por ello quiere profesionalizarse. Por ahora pasa clases de canto para mejorar su técnica. El siguiente paso, luego de terminar Fisioterapia, es comenzar una licenciatura en Música. 

“No quiero ser alguien que solo agarre el micrófono y no sepa hacer nada más. Quiero aprender a tocar instrumentos. Ya estoy empezando con los maestros que tengo”, cuenta.

La timidez de Sebastián se termina cuando se trata de hacer amigos. Se considera una persona leal a sus convicciones y humilde. El deporte también es otra de sus aficiones, especialmente el futsal. 

Ahora está viviendo una vida nueva. Los conciertos se fueron sumando rápidamente a su rutina. El miedo al error quedó de lado. Y cada vez que toma un micrófono su voz se confunde con la de su papá. El reto de mantener Jach’a Mallku está frente a él y quiere asumirlo. 

“El cariño de la gente es muy lindo. No lo creo. A veces salgo a la calle y me piden fotos y me parece muy extraño. Pero creo que cuando uno hace las cosas con amor, con humildad y serenidad, siempre te va ir bien”, sentencia. 

Sebatián recibe reconocimiento de la Alcaldía de Cochabamba./ GAMC

Vía: OPINIÓN

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