Cuando supe de la publicación del CD que contiene la grabación de las 20 cuecas para piano del insigne y reconocido músico chuquisaqueño Simeón Tadeo Roncal Gallardo por parte del joven pianista Ernesto Flores Meruvia, la emoción fue inmensa e indescriptible, debido a que en nuestro país, a pesar de contar con un hermoso e inigualable abanico de composiciones musicales para diferentes instrumentos, pocas veces se cuenta con las grabaciones completas de las mismas sobre todo con la excelencia interpretativa y estudio meticuloso de las partituras.
En ese sentido, la grabación de este hermoso disco que recopila y revive la magnífica obra de Roncal ya constituye un gran aporte para la producción discográfica y académica de la música boliviana.
En mis años de estudiante de piano, tuve la oportunidad y el privilegio de poder enfrentarme a algunas de las cuecas de este gran maestro, tales como la afamada “Huérfana Virginia”, la bella “Rosa” o la inconfundible “Noche tempestuosa”, e inmediatamente fui cautivado por la cálida obra de Roncal buscando de esa forma, grabaciones del ciclo completo de las obras no sólo por su dificultad técnica, melódica, de textura o aquellos pasajes impresionantes y magníficos para la mano izquierda que son tan destacados y comunes en la música de Roncal, sino por la riqueza que alberga en cada una de sus obras.
Tristemente sólo se pudo hallar grabaciones de algunas de las 20 composiciones de este gran compositor chuquisaqueño interpretadas por la reconocida pianista María Luisa Arce de Williams incluidas en un hermoso cassette que recopilaba diferentes piezas bolivianas. Por ello, quedaba en deuda el poder contar con una grabación de la totalidad de la obra de Roncal que en algún momento de nuestra historia se debía concretar en lo que concierne a la producción musical propia de nuestro país. Hoy, esa deuda es completada gracias a la iniciativa de Ernesto Flores Meruvia quien asumió aquel desafío e hizo posible la grabación de la obra completa.
Este joven pianista cochabambino logra interpretar y poner toda la pasión en cada una de las notas que envuelven y conforman el impresionante tejido musical tan peculiar de Roncal. Comenzando por “La Ausencia” y terminando en “Soledad”, Ernesto transmite una frescura interpretativa; vigorosa y clara muestra de su arduo trabajo con las extraordinarias obras que, desde luego exigen desde un inicio, tener un estudio serio, dedicado y meticuloso acerca de todos los detalles de la partitura. La música académica, siendo un lenguaje tan sublime y cautivador, demanda que aquellos que la estudien no sólo puedan “decodificarla”, sino que además se sientan inmersos en el profundo mar de su exquisitez sonora interpretativa que nos produce como resultado de un sacrificado estudio. Ernesto logra introducirnos en ese mar de notas musicales excelsas y agradables, nos hace viajar a la linda “ciudad blanca” de aquel siglo XIX y parte del XX, a los bailes de salón, al incomparable panorama musical de esos años y por supuesto, a la esencia propia de los aires y sonidos bolivianos que en su totalidad forman la vida misma de nuestra cueca y su particularidad tan majestuosa y seductora.
Con una delicadeza y sutileza en cada una de las cuecas, con una profundidad sonora, con un manejo potente de la mano izquierda y su atrayente contrapunto, con aquellas melodías peculiares tan seductoras, y con aquella fuerza que vibra en la quimba y los zapateos, el joven pianista cochabambino logra una interpretación e identidad musical única, digna de la obra de nuestro compositor boliviano Simeón Roncal. Cabe destacar que Bolivia cuenta con un tesoro incomparable de hermosas composiciones musicales que nos dejaron grandes maestros como Eduardo Caba, Humberto Viscarra Monje, Modesta Sanjinés, Humberto Iporre Salinas, Miguel Ángel Valda, Emilio Gutiérrez, Adrián Patiño, Gustavo Navarre, Marvin Sandi, Atiliano Auza, Teófilo Vargas, Antonio Auza y otros tantos genios de la música; sin olvidar mencionar a nuestros compositores contemporáneos fabulosos como Alberto Villalpando, Cergio Prudencio, Ramiro Soriano, Oldrich Halas, Javier Parrado, María Teresa Gutiérrez, Juan Siles, Luis Moya, Gastón Arce, Rolando Peña, Nicolás Suárez, Juan Antonio Maldonado y demás maestros a los cuales también destacamos por sus extraordinarios aportes musicales.
Con todo lo mencionado anteriormente, pretendo y quiero reflexionar que aún tenemos un gran camino por recorrer en cuanto a la difusión y grabación profesional de nuestra música académica boliviana. Sin embargo, con este sólido aporte de la grabación de las “20 cuecas para piano” de Simeón Roncal, no me queda duda que es y será una gran iniciativa para poder continuar investigando, estudiando, rescatando y sobre todo difundiendo nuestra bella música. Eso nos pone a pensar que hay más tareas pendientes por cumplir por parte de aquellos que nos dedicamos a este noble arte. Es un gran desafío, no cabe duda.
Es así que, con mucho regocijo y agradecimiento, felicito enormemente al talentoso pianista Ernesto Flores Meruvia por darnos este valioso regalo, por su compromiso, seriedad, constancia y fuerte perseverancia en su trabajo profesional pianístico ya que fruto de todo ello, nos da el impulso de continuar trabajando cada vez más por llevar en alto nuestra música boliviana.
Vía: Opinión