
Llega Semana Santa y tanto creyentes como no creyentes comienzan a planificar un menú especial para el Viernes Santo. Y es que, según manda la tradición, no solo se aconseja no comer carne roja, sino que se puede tener una lista de hasta 12 platillos tradicionales.
Hay muchas versiones sobre desde cuándo rige esta costumbre y las razones para ella. Según el portal Catholic.net, ya habían discusiones sobre el tema del consumo de carne en el siglo IV de nuestra era.
Por su parte, el trabajo de investigación de la Alcaldía de La Paz, La Gastronomía Paceña en el Ciclo Festivo y Cotidiano, estima que la tradición de los 12 platos en la sede de gobierno surgió a mediados del siglo XIX.
Según los estudios históricos, la prohibición de consumir carne, al menos por la Iglesia Católica, respondía a la necesidad de ser austeros, como corresponde a la principal festividad del calendario religioso. Esto, a fin de evitar “caer en el pecado capital de la gula”, de acuerdo con el estudio municipal.
Tiene un cierto nivel de realidad, ya que, durante mucho tiempo, la carne fue un alimento muy caro, una forma de mostrar prosperidad.
Por otro lado, si bien la prohibición se enfocaba en la carne, la Iglesia también estaba en contra de la preparación de platos suntuosos, sea con los ingredientes que sean, para emular la austeridad de Jesús.
La tradición de los 12 platos también forma parte de la creencia cristiana. Se supone que una comida, con esta cantidad de preparados, evoca la última cena que Jesús tuvo con sus apóstoles. Cada uno de los manjares se supone representan a los discípulos.
Esta, además, es una costumbre familiar y colectiva. Se solía invitar a los amigos, vecinos y parientes tras el ayuno de Jueves y Viernes Santos. Idealmente se comparten con el mismo número de comensales.
Las recetas varían de ciudad en ciudad. Asimismo, se han dado cambios con el paso del tiempo y los vaivenes de la economía nacional. De hecho, incluso la Iglesia levantó la prohibición de la carne debido a las necesidades nutricionales de los feligreses.
En La Paz, por ejemplo, se observó que la cantidad se redujo a entre ocho y seis platos. Una de las causas es la pérdida de platos como el Caldo de Bacalao y el Camaroncillo, tanto por el incremento de precio de los ingredientes como por su accesibilidad.
Eso sí, los postres son casi obligatorios y, de poderse, las familias continúan disfrutando de algunos platos con dos siglos de vigencia.
1. Para comenzar, no hay como el ají o sajta de papalisa, según el lugar

El ají de papalisa está disponible en varias variaciones, incluso con carne o sin ella. Por supuesto, indispensable: la papalisa, que también se conoce como olluco, olluco o melloco en otros países de Sudamérica.
Este tubérculo es acompañado de un ají o ahogado de varios ingredientes. Usualmente se acompaña con arroz blanco y papas cocidas.
2. Carbonara de zapallo, tradición boliviana, con un toque de Italia

También conocido como carbonara boliviana, se trata de un plato de puré de zapallo, acompañado de verduras retostadas, rodajas de choclo, jigote de ají amarillo, tomate y cebolla. Puede ser servido con queso rallado y perejil picado.
Algunos cocineros lo preparan dentro del mismo zapallo, para darle un toque especial. Dependiendo de la región puede ser más picante.
3. Casi desaparecido, el ají de cochayuyo es patrimonio de La Paz y del lago

El ají de cochayuyo o cochayuyo a secas es un plato que se prepara con algas que son extraídas del lago Titicaca, y que viene acompañado de tunta, queso y huevo duro. Las algas son salteadas junto a la cebolla picada y el ají amarillo, aunque también se puede utilizar el rojo. No suele tener carne, en algunas regiones se le añade diferentes pescados o, si hay dinero, mariscos.
4. Queso Humacha, un plato que fue reconocido a nivel internacional

El queso humacha es un platillo que se arraiga profundamente en la historia y la cultura de Bolivia.
Según varios investigadores, este platillo tiene su origen en la época colonial; concretamente se lo vincula a las tropas españolas que combatieron la rebelión de Túpac Amaru II.
Se prepara con un queso derretido en ají amarillo, choclo cocido, huevos duros picados, haba y papa blanca.
5. Ají de arveja, utilizando uno de los alimentos clave de los andes

Este es un plato que va más allá de Semana Santa, ya que también es tradicional prepararlo durante la festividad de Todos Santos, especialmente en los hogares paceños.
Combina las arvejas con ingredientes como hierbas y ají. El ají aporta un toque picante y que se mezcla a la perfección con la suavidad de la arveja. También lleva papa.
6. Papas a la Huancaina, una delicia que une el maní con las verduras frescas

Originario de Perú, el plato de las papas a la huancaina se convirtió en uno de los favoritos de los bolivianos.
En el país se caracteriza por que la salsa es más cremosa y picante que en otras regiones, ya que está hecha con maní tostado local y ají amarillo.
Puede ser tanto un plato de fondo, como un aperitivo, dependiendo del tamaño de las papas elegidas para la comida.
7. El pequeño del Lago: Ispi frito con mote y chuño

El ispi es una especie de pez de la familia de los ciprinodóntidos en el orden de los ciprinodontiformes. De tamaño pequeño, los ejemplares más grandes apenas llegan a los nueve centímetros, viven exclusivamente en la cuenca del Titicaca.
Se los limpia antes de condimentarlos con harina amarilla, sal y pimienta.
Posteriormente se los fríe enteros y se sirven con papa, mote, chuño y llajua.
8. La reina del lago Titicaca y de la comida acuática de La Paz: la trucha

La trucha frita, un manjar típico de La Paz. La especie se cría principalmente en el lago Titicaca y en las piscinas especiales de Pongo y es parte un plato tradicional en la mesa boliviana, especialmente en Semana Santa.
Su preparación requiere cuidado en la selección de condimentos y el dorado perfecto al freír. Se sirve con arroz y papas fritas o hervidas, además de ají amarillo o llajua.
9. La sopa de pescado más tradicional del país: el wallake

El wallake, también conocido como caldo de karachi, timpu de carachi, wallaqi o whallaque, contiene como ingrediente principal al karachi, pez que vive en el lago y mide aproximadamente de 10 a 15 centímetros de largo. Tiene un sabor muy agradable.
Asimismo, lleva una planta fundamental que le otorga el sabor y otros beneficios: la koa, que es un arbusto altiplánico del que se utilizan sobre todo las hojas.
10. El plato dulce tradicional: el arroz con leche

Aunque la receta varía de región en región, el arroz con leche es el postre por excelencia de Semana Santa. Consiste en cocinar a fuego lento el arroz, la leche, la canela y el azúcar.
Hay quienes también agregan leche condensada y leche evaporada para mayor cremosidad. Se puede servir caliente, tibio o frío, decorado con canela en polvo, con pasas o incluso con canela en tallo.
Via: Visión 360