viernes, octubre 18
Shadow

Vannia Miranda, la mujer de bronce, lleva 15 años en las bandas de Oruro

La vida suele ser amable con ella, se desenvuelve como una melodía suave que tiene momentos de tensión y luego se relaja, parece el sonido de un piano. Durante sus momentos de paz, en su alma comienza a replicar el sonido tierno y aterciopelado de una flauta traversa… eso sí, las veces que Vannia Miranda se enamora, algo insólito le pasa a su vida, los días tienen más colores de los habituales y el corazón quiere escapar de su cárcel de costillas.

“Cuando escucho una morenada, me transformo, no importa en donde esté, yo me levanto y soy feliz”, comenta Vannia, la mujer que ya está 15 años en las bandas de Oruro poniendo ritmo y carisma a los bronces (tal y como se conoce a los músicos de bandas).

Metamorfosis de una pianista

Vannia nació en Oruro y en sus recuerdos más antiguos está ella pulsando con los dedos la mesa, al ritmo de alguna melodía clásica. Su niñez está muy ligada a la música instrumental, aquella que está lejos de las calles y se escucha más en los salones. “Yo, a un principio era netamente clásica, al extremo de que a mis 18 años jamás había escuchado a un grupo folklórico en vivo y directo; sí, iba al Carnaval a ver qué era, pero era muy cuadrada en ese sentido, muy de partitura y de escuchar a Mozart, Beethoven, Chopin y Moszkowskiy. Me gustaba el piano, el canto lírico y los festivales de música clásica”.

Y le iba bien, estuvo en tres festivales de piano en Tarija y ganó uno de ellos. Una de sus reliquias es justamente aquella fotografía en la cual ella está sentada con un vestido blanco desde el cuello hasta debajo de las rodillas, lleva trenzas rojas y está concentrada en sacarle sonidos al piano.

Eran tiempos en los cuales era competitiva y le gustaba andar ganando concursos de música. Un día decidió ingresar al mundo folklórico. Participó en la categoría Ñusta del Festival Lauro de la Canción en una competencia en la que los jurados eran parte de un grupo llamado Llajtaymanta. Miranda cuenta: “Perdí. Creo que esa vez mi formación musical clásica no me ha permitido sentir la música nacional y era un reto para mí poder investigar por qué no podía hacer folklore”. Con los años, continúa, no sólo había que escuchar y estudiar el folklore… había que sentirlo.

“Y ya con el tiempo me he vuelto en una amante de lo nuestro y comprendo todo el folklore boliviano”, comenta la mujer que apenas tiene 42 años, pero ya ha conquistado diferentes escenarios del mundo y una de sus pasiones que se renueva cada año es salir con su banda Continental Cien por Cien en la fiesta carnavalera en honor a la Virgen del Socavón.

El Monstruo y Miguel Bosé

Vannia estuvo en el grupo Femenino Brisa y su vida cambió al formar parte del grupo Bolivia, pues tuvo la oportunidad de conocer el mundo. “Hemos estado en los principales escenarios tanto de Bolivia como de Latinoamérica. En Europa estuvimos en los diferentes festivales de culturas de Francia e Italia. También nos presentamos en Taiwán, lo cual ha sido una gran experiencia para mí”, cuenta la experta en música, quien también se tituló en Administración de Empresas y que ahora estudia su tercera carrera: Comunicación Social. Tuvo varios cargos artísticos, incluso fue rectora de la Escuela Boliviana Intercultural de Música.

Uno de los recuerdos más gratos que tiene data de febrero de 2008 fue cuando el grupo Bolivia se enfrentó al Monstruo, en el festival de Viña del Mar.

Monstruo, así se llama coloquialmente al público chileno que cada año va al festival musical y aplaude o silba a los artistas. Este público es el jurado más exigente de la región y no tuvo empachos en abuchear a los Tigres del Norte o a Xuxa.

Cuando se presentó el grupo Bolivia, ellas tenían todo en contra. Eran bolivianas, competían contra otros grupos grandes de la región y no tenían la experiencia necesaria para tal encuentro. “Enfrentarse al Monstruo no ha sido fácil, eran 22.000 personas exigentes… y salimos bien. Ya desde la conferencia de prensa vimos que iba a ser difícil, pero todas esas barreras las enfrentamos con música”, rememora Vannia.

Fueron tres veces a escenario y, aunque no ganaron, salieron indemnes. Se llevaron de recuerdo los aplausos de un temido y querido público. Es más, las artistas nacionales fueron invitadas a una cena con los organizadores y el cantante Miguel Bosé.

Charquekán en Gannat

Una de las escenas que atesora con gran cariño Vannia es aquella en la cual ella y el grupo Bolivia se encuentran en el festival francés de Gannat. “Aquella experiencia me ha marcado bastante fue en 2006. Me he enamorado de Francia, he aprendido a hablar francés, me he casado con un francés y todo”, cuenta.

El festival de Gannat es un encuentro de las culturas del mundo. “Conocí a gente de Armenia, Macedonia, Irlanda y Congo. Conocimos su música, sus bailes y artesanías, también probamos sus comidas”, refiere la mujer que hoy en día es mamá de Varinia, quien ya sigue sus pasos musicales.

Por entonces, Vannia y el grupo Bolivia lucían un traje de aguayo, con abarcas y lucían trenzas largas. “En el festival les hicimos degustar charquekán orureño que llevamos desde Bolivia; hicimos peripecias pero también llevamos singani y preparamos yungueñitos bolivianos”, comenta divertida la mujer que en el grupo Bolivia tocaba guitarra.

Por un momento en la entrevista con Página Siete, Vannia canta una morenada en francés y unos segundos después acota: “Cuando uno viaja a internacionalizar la música boliviana debe ir a interpretar lo nuestro para gente de esos países; no se trata de tocar nuestra música para los bolivianos que viven allá”.

La mujer de bronce

En 2008, Vannia dio un paso más allá en su búsqueda artística folklórica. Ingresó a la banda Continental Cien por Cien y posteriormente a la Banda San José.

Fue un comienzo difícil. Ella recuerda que en la Continental eran dos mujeres las que tocaban flauta traversa, dos tamboreras y dos platilleras. Los otros grupos repletos de varones las miraban por encima del hombro y les decían que ellas interpretaban suavecito y que no estaban a la altura de los músicos de bronce.

Vannia no tuvo ningún inconveniente en ir donde ellos y comparar las cualidades artísticas de hombres y mujeres. “A las mujeres que tocaban platillos les han exigido los mismos instrumentos de los hombres y aceptaron sin problemas. Les demostramos que podíamos hacerlo”, habla la mujer que lleva el cabello pelirrojo y quien marcó tendencia en las bandas orureñas.

Su logro más importante fue en 2020, ella se encargó de dirigir el Festival de Bandas de Oruro, el encuentro nacional más importante de los hombres y mujeres de bronce. Vannia comenta orgullosa: “Es inolvidable haber sido elegida la primera mujer que ha podido dirigir a los 5.000 músicos de nuestro departamento, en una votación de todos los directores de las bandas. Ese privilegio me fortalece y reafirma las raíces musicales que tengo”.

Este último tiempo Vannia está redescubriendo una nueva veta musical boliviana. Casi sin quererlo se ha visto tarareando piezas del orureño Pity Zapata. “Sé que estamos en otras épocas, pero su música me transporta y viajo con él y la música de la orquesta San Francisco o Los Flamencos”, refiere la mujer que a veces canturrea Casita de pobre.

Ella quiere seguir en este tren musical. Le gusta la vida que lleva, la cual tiene el ritmo de su flauta traversa: tierna y aterciopelada.

Página Siete

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